viernes, 6 de abril de 2012

DOMINGOS Y FIESTAS DE GUARDAR

Viernes Santo. Una hora y media colgada al teléfono, 8 veces reseteado el router, 15 minutos mirando un pilotito que parpadeaba hasta que los ojos se me han nublado de tanto mantener fija la mirada. El resultado final: el router está averiado y cuando pasen los días de fiesta alguien muy amablemente vendrá, cuando pueda, a sustituírmelo.
Tres días sin teléfono y sin conexión a internet. Bueno, no es el fin del mundo. Bajaré a comprar el periódico y lo leeré en papel, como toda la vida se ha hecho. Prepararé algunos archivos para enviar el lunes desde el trabajo. Leeré algún libro, evidentemente de los que tengo en papel en casa, y los que están en la nube, pues que esperen. Y en algún momento encenderé la televisión que en una de estas se me estropea por falta de uso.
Es verdad que nos hemos creado una dependencia de las nuevas tecnologías que cuando nos fallan nos desmontan la vida. Pero también es verdad que cuando llega un fin de semana o unos días de fiesta, más te vale que no te ocurra ningún altercado, porque independientemente de la gravedad del mismo, la solución tendrá que esperar al siguiente día laboral.
Así, no es aconsejable enfermar durante estos días, ya que los que suelen estar de guardia en los centros de salud y hospitales, o bien son los novatillos (sin menospreciar su valía), o son los menos avispados que no fueron capaces de cambiar la guardia y se la colaron sin darse cuenta.
Tampoco es aconsejable tener una avería en la que tengas que recurrir a los servicios de un técnico con urgencia, porque además de hacerte el arreglo en plan chapucilla y con la frase: “No se olvide de llamar a su técnico de confianza que le cambie esta o aquella pieza”, te pasarán un factura equiparable al trabajo de un técnico durante una semana completa.
Y si es posible, no te dejes robar en estos días. La policía tampoco es muy amiga de andar removiendo historias durante los días de fiesta. Mejor a partir del lunes.
Durante estos días hay que dedicarse a salir a beber, comer y dormir fuera de casa, porque los del sector de la hostelería sí que lo tienen asumido. Estos son de otra estirpe, trabajan cuando todos los demás se divierten y encima lo hacen con una sonrisa en la cara y con una frase amable siempre a punto. Claro, que hay excepciones.
Para enfermar, sufrir averías, que te roben o cualquier otra circunstancia nada agradable, ya están los días de diario, que además te ofrecen la posibilidad de faltar al trabajo.

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