Con esto de las nuevas tecnologías, bueno las TIC’S
(Tecnologías de la información y la comunicación), cuando alguien está
esperando correo, no aparta la mirada del teléfono móvil, de la tablet o llega
a casa corriendo a mirar el ordenador, dependiendo de las circunstancias de
cada uno.
Yo, hoy, esperaba correo, pero no me podía llegar
por ninguno de esos medios. Lo mío era un sobre, sellado en la Oficina de Correos y traído hasta mi casa por el método tradicional: el correo postal.
Esta noche, cuando he llegado a mi casa a las once y
media, al atravesar la puerta del bloque, me he recordado a mí misma, cuando no
hace tantos años, esperaba ansiosa la llegada del cartero. Me he ido directa a
mi buzón (el físico, el que tiene una puertecita que se abre con la llavecita más
pequeña del llavero, ¡ese!) y lo he abierto con la ilusión de encontrarme algo
más que las habituales cartas del banco, las de las entidades de crédito que se
empeñan en que me endeude o las que anuncian una reunión de vecinos. Esperaba
mi sobre.
¡Y ahí estaba! No se ha perdido en ninguna oficina
de correos, ni ha tardado un año y tres meses en llegar, como la última carta que
he recibido hace un par de días, en el trabajo. Esta vez, Correos ha funcionado
a la perfección y el sobre y su contenido ya están en mi poder.