domingo, 30 de marzo de 2014

LOS GUARDIANES DE LA MEMORIA

No hay nadie como Dory, el personaje que acompaña a Marlin en “Buscando a Nemo”, para explicar, en la práctica, la expresión “memoria de pez”.
Conforme va pasando el tiempo, me doy cuenta de que me voy acercando a ese tipo de memoria, pero sobre todo en el corto plazo. Supongo que pasados algunos años, podré recordar acontecimientos sucedidos antaño, y tendré dificultades para recordar lo cenado la noche anterior.
A ese tipo de memoria, a la que recuerda cosas sucedidas decenas y decenas de años atrás, ayudarán documentos, algunos gráficos y otros en papel que los guardianes de la memoria se encargarán de preparar y elaborar para que generaciones posteriores tengan constancia y conocimiento.
Hará de memoria para todos, aunque no sea la memoria de todos, pues de inmensa complejidad nos cargaríamos. Será su historia y la de aquellos elegidos que la puedan contar, pero quedará, se podrá analizar, juzgar, comparar y sobre todo recordar.
Yo no conocí la República, ni la primera, ni la segunda, no conocí, gracias a Dios, la guerra, ni la posguerra. No sufrí el año del hambre y ni siquiera el franquismo, pues naci tres años antes de la muerte de Franco, y según dicen los mayores, (yo no tenía edad para recordar), las cosas entonces no eran como antes. No estuve en ningún bando, ni ganador, ni perdedor, no sufrí represalias ni viví el miedo.
Tiempo después conocí de todo aquello por los libros, y por las escasas historias que mi abuelo, que sí le tocó luchar, me pudo contar a escondidas de mi abuela, quien no quería que nos metiese esas historias en la cabeza. Su entorno y su circunstancia, no le permitieron ser un guardián de la memoria, aunque creo que habría sido de los buenos.
Como siempre en estas cosas, los hay que opinan que las cosas pasadas, pasadas están y allí deben quedarse. Que hay que saber pasar página y no remover, ni abrir viejas heridas. Yo, en mi humilde modestia, creo que las heridas que no se cierran bien, al final producen gangrena, y en mi desconocimiento sobre cuestiones médicas, creo que hay que abrir el falso cicatrizamiento y curar desde dentro. En el fondo, los guardianes de la memoria están relacionados, de alguna forma, con la rama sanitaria, pues en muchos casos, son sanadores del alma.
Ayer asistí en Cáceres a la proyección del documental “Navidad Fusilada” producida por la Asociación “Óculo Audio-visual” y dirigida por José Mª Sánchez Torreño, un Guardián de la Memoria. Esta proyección estaba enmarcada en la IIª Jornada-Homenaje a todas las víctimas y todos los represaliados por el franquismo en la ciudad de Cáceres. PROMECECA ha conseguido su objetivo: un monumento Memorial dedicado a las víctimas republicanas de la guerra y la posguerra. El documental, también cumplió el suyo, contar y recordar una historia, el supuesto compló republicano capitaneado por Máximo Calvo, que sucedió hace setenta y seis años, con unas terribles consecuencias, los fusilamientos en las Navidades del 37. Este guardián es de los buenos y sabe contar las cosas, no en vano, es profesor y enfermero.
Podéis visualizar el documental en el canal de youtube de Óculo Audio-visual, en el siguiente enlace: 



Para finalizar el acto, se contó con la actuación de Manuel Cobos, cantautor extremeño, que entre otras canciones interpretó “A cántaros” de Pablo Guerrero y del que aquí os dejo un enlace del mismo tema, en un concierto que dio en el 2012.


Todos aquellos que de alguna forma cuentan lo que pasa, lo plasman en un libro, en un cuadro, en una canción, en una película, en un documental, y hasta en una receta de cocina, o en cualquier otro medio, son mis guardianes de la memoria y a todos les doy mil gracias.

jueves, 27 de marzo de 2014

A TÍTULO PÓSTUMO

En la llegada de fechas señaladas, cuando todo el mundo prepara los panteones y los nichos para que queden bonitos, y en otras fechas que no lo eran, pero en las que mi abuelo pasaba por delante del cementerio y veía el desfile de ramos de flores, siempre decía la misma frase: ¡Qué coño tantas flores después de muerto, cajas de gambas y buenos jamones, en vida!
Su razón no le faltaba. Los reconocimientos en vida se disfrutan mucho más. ¿Dónde va a parar?
En estos días, en los que no dejo de oír, ver y leer cosas sobre Adolfo Suárez, me doy cuenta de que este gran hombre recibió muchas “cajas de gambas y jamones” mientras vivió, aunque de algunos de ellos ni siquiera tuviera ya conciencia para asimilarlos. ¿Merecidos todos ellos? Por supuesto, ¿qué duda cabe?
También hubo puñaladas traperas, que con el paso del tiempo y tras su muerte, como cosa de magia, se han convertido en ramos de flores.
De lo que no estoy ya tan segura, es de si en algún momento pensó en la cantidad de los mismos que recibiría una vez fallecido. Igualmente merecidos también, no soy yo nadie para juzgarlo, pero que, a buen seguro, recibidos hace algo más de diez años, momento en el que ya estaba retirado de la vida política, le habrían sentado mucho mejor.

miércoles, 26 de marzo de 2014

INFILTRADA

Con los tiempos que corren es un atrevimiento hacer esta afirmación.
Pero ahí está. El hecho se ha producido a las 8:10 de esta misma mañana, y en un “que te despistan por aquí”, “que te digo por allá”, “que si muévete”, “que si estate quieta” “que si lo sientes”, “que cómo no lo voy a sentir” “que ya estás infiltrada”.
Pues eso, que ha pasar frío un rato y marchando. Una infiltrada más.
En unos días mi hombro como nuevo.

lunes, 24 de marzo de 2014

MADRID 13:00 PM

Donde la turba se mezcla con la sin razón y la incomunicación, donde las hostias vuelan a izquierda y derecha y da igual quién las de, porque todos tenemos derechos y todas duelen por igual, donde aparecen, a veces sin que nadie los llame, los que van a romper y también les da igual, porque rompen todo lo que entallan, incluida alguna cabeza, donde sucede todo eso, yo me paralizo. Me cuesta pensar. No sé si por egoísmo o por puro instinto de supervivencia, busco la vía más rápida para ponerme a salvo, aunque no siempre es la más efectiva, porque mi pensamiento se ofusca.
Justo o injusto, ni siquiera lo sé. Yo sólo pasaba por allí, al igual que hace unos años pasaba por la Avenida Zumalakarregi cuando la ertzaintza cargaba sus armas contra unos manifestantes y yo corría para ponerme a salvo en un portal que tuve la suerte de encontrar abierto y al que llegué con tres metros de lengua fuera y el corazón a mil por hora.
Hoy era en Plaza Castilla, en Madrid y a la una del mediodía. Mientras, siete kilómetros hacia el sur, en el Congreso de los Diputados otra muchedumbre hacía cola para dar su último adiós a D. Adolfo Suárez González, primer presidente de la Democracia española y una figura clave en la transición. Totalmente paradójico.

jueves, 20 de marzo de 2014

SEXO EN COMUNIDAD

Esta noche, mientras tomaba algo con mis amigos, salió, cómo no, un tema muy sugerente: el sexo.
En mi círculo de amistades, circunstancias de la vida, hay una pareja que viven en el mismo bloque que yo y que, por supuesto, están mucho más al tanto de las cuestiones vecinales, entre las que se encuentran, evidentemente, la actividad sexual de algunos y algunas.
Sacando punta al tema que, en estos casos, da para mucho: ruidos, frecuencia, duración, etc, hemos aprovechado para quejarnos de la poca intimidad que ofrecen nuestros tabiques, de las ganas de animar, en algunos casos, y de la variedad de la fauna que habita en nuestro edificio.
Tras un rato de conversación y de risas, aclaro que en mi casa, salvo alguna ocasión en la que los vecinos de al lado, llegando ya al final de la faena, se han emocionado algo más de la cuenta, no se escucha nada, aunque en realidad, no sé si es porque paso poco tiempo en casa, porque tengo el sueño muy profundo, una sordera aguda, o porque mis colindantes son más tranquilos.
Por un momento, y siendo consciente de que el hecho de que yo no los oiga, no quiere decir que ellos no me oigan a mí, me surge la duda sobre si mi vida sexual, puede haber sido en algún momento tema de conversación en las reuniones de amigos de algunos de mis vecinos.
Como no es algo que se pueda preguntar así de cualquier manera, y el ascensor da para poco más que el tiempo, los madrugones y el cansancio de vuelta a casa, optaremos por quedarnos como estamos y que cada uno hable de lo que quiera o pueda.

miércoles, 19 de marzo de 2014

HÁGASE LA LUZ

Las once de la noche. Sonido que anuncia la entrada de un mensaje en mi teléfono. Pufff, mala hora. Opto por leerlo y ¡zas!, susto al canto. ENDESA me anuncia que tengo una factura impagada y que han iniciado el trámite para la suspensión del suministro.
¡Ostras! ¿Qué he hecho con el dinero de esa cuenta? Habitualmente no hay mucho porque es la cuenta de las domiciliaciones e ingreso en ella en función de las previsiones de pago. ¿Se me habrá escapado algo y estará vacía? ¡ReeeDios! ¿Qué se hace en estos casos y a estas horas?
Cuento hasta diez, me tranquilizo y analizo la situación. A estas horas poco puedo solucionar, por lo que decido seguir con unos asuntos de trabajo que me habían quedado pendientes de la mañana y en cuanto consiga acabarlos, a la cama. Como decía mi abuela: “Mañana será otro día y verá el tuerto los espárragos”
De pronto las palabras “inicio del trámite para la suspensión del suministro” se instalan en mi cabeza y no consigo concentrarme en otra cosa. Pienso en un corte directo. Sin luz toda la noche, sin calefacción, la comida del frigorífico, ir al baño a la luz de las velas… oh, oh, sin despertador para el día siguiente, sin poder cargar el teléfono… ¡Ay Dios, el aislamiento total!
El pánico me domina, cierro mi ordenador, pongo a cargar el teléfono, recojo los papeles, me proveo de agua, velas y mecheros y decido irme a la cama, para que en el caso de que se produzca el corte, al menos me pille acomodada, sin riesgo de descalabrarme mientras busco una vela en la oscuridad de la noche.
Una vez en la cama, todavía con luz eléctrica en la lámpara de la mesilla y un poco alterada, concluyo que, mientras disponga de iluminación, será mejor leer y así relajarme un rato.
La noche transcurrió entre sueños agitados, despertares sobresaltados buscando la luz verde de los números de mi radio-reloj despertador y sustos que me hacían encender la luz de la mesilla, porque con tanto movimiento mi almohada tapaba el despertador y a mí me parecía que ya se había producido “la suspensión del suministro”.
Al sonido de las alarmas, saliendo del sueño profundo que me proporciona la madrugada, casi de forma instintiva, pulso el interruptor de mi lámpara y se enciende la luz. Al tomar conciencia del hecho, me levanto, ligeramente contenta, cansada por una ajetreada noche, pero contenta. He tenido suerte y podré resolver todo esto antes de que vuelva la noche.
Las cuestiones laborales de la mañana no me ofrecieron mucha tregua y finalmente tuve que pedir socorro a uno de mis hermanos para que realizara las gestiones por mí, porque me volvía a ver de noche, a oscuras en mi casa y muerta de frío.
Al mediodía me informan que las gestiones se están demorando más de lo previsto, porque, al parecer, no es una tarea tan sencilla como yo pensaba.
Y tanto que no era sencillo. Ya por la tarde, tranquilamente sentada frente a mi mesa de la oficina, me dispongo a “coger el toro por los cuernos” y lo más serena posible agarro el teléfono para resolver aquel entuerto y sobre todo para asegurarme de que no se va a producir ningún corte de luz.
La operadora con la que por fin consigo hablar, de origen, y un acentuado deje, sudamericano, tras mantenerme innumerables veces a la espera (sin música, ni nada) y tras comprobar y recomprobar mis datos y mi expediente, me informa que no tengo ningún impago con esa compañía.
Insisto en el mensaje que he recibido y el consecuente susto. Me contesta que Endesa nunca envía mensajes “al celular” por impago y que además la última factura que les consta es la de febrero y aparece pagada.
Solución: “Que haga caso omiso al mensaje”
Como si hacer caso omiso al mensaje me asegurara que no me van a cortar la luz.
He planteado la cuestión sobre la posibilidad de que fuese algún tipo de timo o algo parecido. Negativa al respecto.
Al final y por más que he preguntado y vuelto a preguntar, sólo he conseguido que me digan, vía telefónica, que ha debido ser un error y que me olvide del tema.
Ante situaciones así, donde se agotan todas las vías, me rindo, sólo me queda rezar para que de verdad sea un error y no me corten la luz.

martes, 18 de marzo de 2014

AHORROS ENLATADOS

Quizá porque ya no cupieran más monedas o porque no tuviera más monedas que echar dentro, hoy ha tocado “despanzurrar” mi hucha.
Era de esas huchas de las de toda la vida, de lata, sin truco ni apertura debajo. Difícil sacar las monedas incluso con un cuchillo, como ya intentó en una ocasión una de mis sobrinas.
Ha tocado tirar de abrelatas. Dicho así parece sencillo, pero en mi casa, por problemas de destreza no hay abrelatas manuales, por lo que ha habido que tirar de abrelatas eléctrico. La visión de semejante escena ha resultado tan patética que tan sólo la ha salvado el recuento final de monedas, que ofrecía una cantidad muy por encima de lo esperado.
Tal vez la siguiente hucha sea de barro, por aquello de evitar la escena del abrelatas asesino, aunque, ¿quién sabe? La visión de la hucha hecha añicos tras estamparla con el suelo para recoger las monedas de todos los rincones del salón tampoco es que resulte muy agradable.
Bueno, de aquí a que vuelva a poder ahorrar, creo que tengo tiempo de pensarlo.

lunes, 17 de marzo de 2014

ISLAS

A veces los acontecimientos se agolpan en tal cantidad e intensad que los hechos acaecidos en la misma semana parece que sucedieron hace meses.
Menos mal que todavía existen islas que, como los oasis en el desierto, me proporcionan el oxígeno y la relajación necesaria para afrontar todo lo que viene.
El martes pasado, y por cuestiones laborales, fue en Plasencia. Allí tienen su isla. El río Jerte la acaricia a su paso por la ciudad, delimita su extensión y a mí me hizo compañía. El entorno resultaba muy agradable, el tiempo acompañaba y mi actitud de relajación y despiste debió ser muy evidente, porque un viandante, que me conocía, me incitó a que acelerara mi paso mientras yo contemplaba la altura de los árboles y el grosor de sus troncos.
Las fotos dan una idea de lo agradable del paseo.


 

Este sábado fue en Mérida, donde la isla es mi sitio de paseo habitual y del que no me canso. El Guadiana, el río que con su pausada corriente, se lleva mis pensamientos. El paseo, que casi siempre lo hacemos de noche, me proporciona aire fresco, buena charla y compañía, algo de ejercicio, entrenamiento para otras marchas y sobre todo desconexión. En este caso el paseo fue de día y con un espléndido sol.
 


 

¿Compararlas? Imposible. Totalmente distintas en tamaño, en vegetación, incluso en compañía. Maravillosas las dos, y lo mejor de ambas es lo que yo me llevo mientras las paseo.