jueves, 5 de abril de 2012

TIRARSE AL VACIO


Es un nuevo deporte, bueno, ya no tan nuevo, pero sí muy de moda.
Siempre he pensado que para practicarlo hay que tener una condición física adecuada y una condición mental excepcional, porque eso de tirarse al vacío, por muy atada que estés y por muchas redes que te pongan abajo… Vamos, que en el momento de tirarse debes tener una capacidad de concentración y de decisión, que una mente cualquiera no tiene.
Pero, desde luego, no hay nada como tener una “panda de amigas” a tu alrededor para convencerte de que eres capaz. Que ellas lo hayan hecho, es un punto a favor. Que a algunas no le haya salido bien, pero se hayan repuesto con facilidad, te hace plantearte que tú también puedes. Y de pronto un día, ves la oportunidad y te lanzas. Por supuesto con un solo testigo, claro, porque lo de hacer el ridículo con público y club de fans, como que no.
Y evidentemente, ZAS! Castañazo al canto. Nada salió como se esperaba y el golpe fue de órdago.
¿Qué hice mal? Ni idea. Todo fue tan rápido que sólo tuve tiempo de ver que me la había pegado. No sé si me tiré por el lado que no era. O si lo que hice fue tirarme demasiado rápido. Quizás no tenía bien atadas las cuerdas o, tal vez, la red que tenía debajo ya estaba muy desgastada y no pudo sujetarme. Lo único que ha quedado grabado en mi memoria fue el momento del impacto.
Bueno, no pasa nada, ahora sólo hay que recuperarse. Entonces, con elegancia, sutileza y sin darle mucha publicidad, pides a alguna de las de tu panda que se ha golpeado alguna vez que te explique cómo se sale de esta y qué medidas hay que tomar para que no queden secuelas. Pero resulta que donde a ti te duele, a ella no le ha dolido nunca, donde tú estás magullada, ella jamás sintió ni la más leve molestia y cómo tú te sientes, ella, no sólo jamás se sintió, sino que además nunca lo imaginó. Esta sí que es buena. ¿Y ahora?
Pues ahora, toca ir dando trastazos de un lado para otro, totalmente dolorida, con las defensas muy, muy bajas, bastante desconcertada y rezando para que el malestar pase lo antes posible, para, desde luego, no volver a saltar.
Estas cosas se hacen una vez en la vida, y después del resultado obtenido y pasado algún tiempo, quedará como una experiencia más. Para no repetir, desde luego, y sobre todo, para no aconsejar a nadie.
Y aunque no soy amiga de dar consejos, (que frase tan típica) aquí haré una excepción. Jamás te plantees hacer algo así porque los demás te digan que puedes. Estas cosas se hacen cuando una está convencida de que realmente es el momento y puede hacerlo y, sobre todo, no se hace por probar. Comprueba bien las cuerdas, revisa bien la red y, si es posible, que se tire otro antes que tú.
Esto es aplicable a casi cualquier ámbito de la vida. Y si es verdad que “el que da primero da dos veces”, ten cuidado que te puedes encontrar con dos golpes por el precio de uno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario