Sorprende que
un chico que ronda los 18 años hable con educación.
Tanto es así
que una amiga, propietaria de una tienda, lo comentaba como algo
extraordinario.
Saludó al
entrar en la tienda, pidió por favor si le podía arreglar el bajo de un
pantalón, elogió en su justa medida el resultado final, ofreció su número de
teléfono por si había que realizarle alguna consulta respecto al arreglo y se despidió cordialmente con el papelito que
le decía cuando podía ir a recoger su prenda.
Y a todo esto,
ella recalcaba que en ningún momento se puso “en plan chuleta”, actitud muy
típica de esa edad.
Esto, que
debería ser lo normal, y no sólo en chicos de 18 años, sino de todas las
edades, hoy nos llama la atención.
Tal vez nos
deberíamos plantear que esta es una más de las cosas que debemos transmitir a
las nuevas generaciones. Esas que el día de mañana van a tener que arreglar lo
entuertos que les estamos dejando las vigentes.