sábado, 2 de febrero de 2013

Y VUELTA A EMPEZAR


Se ha acabado el mes de enero y el tiempo parece que quiera empezar a pasar más rápido de lo que lo hace habitualmente, que no es poco.
Me gusta vivir cada momento, pero a veces, el propio entorno te envuelve y te hace perder conciencia.
Mirándolo de forma global, (que parece que sigue de moda), no me gusta que acabe enero porque las fechas se van precipitando como queriendo ser las primeras en llegar y van marcando unos períodos que anuncian la llegada del siguiente.
Ya están aquí los carnavales; tras ellos viene la solemne Semana Santa que precede, unas veces antes y otras después, al 1 de mayo; aquí comienza la recta final del curso escolar, que al acabar, da el pistoletazo de salida al verano. Éste pasa rápido entre fiscalidad y cuadre de vacaciones, y cuando te quieres dar cuenta, los niños de vuelta al colegio y los mayores a la rutina que marca el otoño. Ahí, entre la Hispanidad y los Santos ya se comienza a hablar de las navidades que tienen marcado su inicio en el puente de la Constitución pero que amenazan con llegar antes cada año y que traen el final de año, los balances personales y un nuevo mes de enero cargado de esperanzas y buenos propósitos destinados a desvanecerse en no más de quince días.
La historia se repite así desde los años de los años, (por lo menos, desde que yo tengo uso de razón) y quizás sea por los míos, pero esto va cada vez más deprisa.
Como diría Mafalda, “Que paren el mundo que yo me bajo”

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