domingo, 17 de febrero de 2013

EL TACTO DE LA FRANELA


A veces, las palabras, al igual que los olores, hacen reaccionar al cerebro y evocan recuerdos y sensaciones que provocan movimientos internos.
Ayer fue “franela” la que removió mi interior, cuando al llegar a casa de mis padres, mi madre me anunciaba que me había puesto en la cama unas sábanas de franela para que durmiera más calentita.
Fue un movimiento suave, sereno, pero que hizo que mi memoria retrocediera justo un año.
Ese día, unas sábanas de franela viajaron unos cientos de kilómetros y me rozaron de forma tangencial. Pero fue un roce tan sutil que no pude apreciar su suavidad ni notar su calor, aunque por ellas pude recorrer España de punta a punta, desde Granada a Coruña con alguna parada intermedia.
Gracias a ellas se abrió una noche de cena y teatro, de tranquila charla y buena compañía.
Todo se esfumó cuando alguien las metió en un horno que no estaba para bollos, y menos, evidentemente, para  sábanas.
De eso ya hace un año, y aunque he hecho amago de comprar unas sábanas de franela para mi casa, no lo he hecho, porque sé que si algún día las llego a poner en mi cama seguro que no será lo mismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario