Sin poder evitarlo me emocioné por ella, quizá, esta
fuera la definitiva. Era una fantástica noticia y por supuesto le di mi
enhorabuena.
Enseguida me dio la explicaciones oportunas, lo
había descubierto en un libro y en una canción. Lamentablemente no lo estaba
viviendo, y después de haberlo descubierto, entendió que no había estado enamorada
nunca y que posiblemente no lo estaría jamás. Que a pesar de la intensidad con
que vive cada segundo de su vida, ese sentimiento le resultaba ajeno. Para sentirlo
como realmente es, se sentía muerta.
No pude hacer otra cosa más que darle el pésame.
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