sábado, 21 de diciembre de 2013

LOS INICUTIBLES

Durante los dos primeros años de mi vida laboral, me trasladé a vivir a una localidad de unos 2000 habitantes.
Esta localidad, como casi todas, tiene sus peculiaridades y una de ellas era el lenguaje. A una importante influencia leonesa y al continuo uso de palabras del castúo, había que añadir palabras inventadas, (aunque con años de tradición), y acepciones erróneas que tiempo atrás se dieron por ciertas. Valgan como ejemplo la tradición de “bullir” a los bebés o la de sentirse muy ofendido si llamabas a alguien “individuo”, pues en este caso era peor que si lo hubiesen llamado “hijo de puta”.
Mis inicios en ese pueblo fueron especialmente complicados porque tenía importantes problemas de comunicación, tanto para entenderlos, como para hacerme entender, y en más de una ocasión pronuncié o escribí algunas frases que me colocaron en una posición un tanto apurada.
Allí fue donde descubrí a los “inicutibles”, actualmente una especie en auge.
Los inicutibles son “individuos” incapaces de hacer nada bien, sin ninguna intención de aprender y que no admiten críticas. Son como los inútiles, pero con el matiz de que carecen de empatía, de iniciativa y de fuerza de voluntad.
En el transcurso de los dos años, pude conocer a casi todos los integrantes de esa especie que habitaban en el lugar, e incluso, obtuve referencias de sus antepasados. Todo un lujo, aunque mi inocencia me llevó a pensar que estaban perfectamente controlados en esa localización geográfica.
Actualmente se han expandido tanto que nos los podemos encontrar casi que en cualquier parte. De hecho se han ido posicionando cada vez más en las altas esferas y podemos observarlos con frecuencia en la televisión y en otros medios.
Aunque, por supuesto, no nos podemos olvidar nunca del inicutible cercano que en versión “recomendado” nos ameniza la vida en el día a día. De estos me han tocado tres, y es increíble sentir su fuerza, la que les proporciona el apoyo incondicional de sus superiores jerárquicos de la manada.
Todo sea que no empiece el nuevo año “descabezando pollos” y elimine a algún que otro inicutible, pues la expansión descontrolada de esta especia ya se ha convertido en epidemia.

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