domingo, 29 de diciembre de 2013

EL RELOJ DE ARENA

Su tiempo era un minuto (sin mucha precisión, pues del reloj de un juego se trata).
Un minuto contiene el tiempo que tardan en transcurrir los sesenta segundos que lo componen. Eso es lo que dura, y  normalmente, ni un segundo más ni un segundo menos, aunque en este caso, el cálculo fuera un poco aproximado. Sin embargo, no parecía el mismo minuto cuando esperábamos a que transcurriera para poder darle la vuelta y comenzar de nuevo, que cuando se estaba agotando y no había dado tiempo a terminar la jugada.
Así han ido transcurriendo los 525600 minutos de este último año de los que sólo nos quedan 2885. Vistos ahora, y para algunos asuntos, han pasado rápidos, como si se nos hubiera ido agotando la jugada en cada uno de ellos. Para otros van lentos, como si toda la actividad se redujera a tener que ver caer los granos de arena a través del estrechamiento del cristal.
Evidentemente esto es relativo. De hecho, dieciocho días en un hospital, puede ser mucho tiempo, y un año, para volver a empezar una vida, es poco.
Seguirá siendo relativo, pero cargaremos el reloj de este año que entra, con nuevas expectativas, con nuevos propósitos, con los mejores deseos y la esperanza de cumplirlos. Y comenzaremos la nueva partida en el momento cero, tras la última uva, cuando le demos la vuelta al reloj de arena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario