martes, 2 de abril de 2013

TORRIJAS POR SEMANA SANTA


No sé si debería empezar a preocuparme. Yo, que soy de poca cocina, he entrado en ella por segunda vez en muy poco tiempo y casualmente repitiendo tema. En este caso la repostería.
Esta vez la motivación ha sido, principalmente, económica.
Hace unos días, mientras daba un paseo, junto a una amiga, por la madrileña calle “Diego de León” pudimos ver en uno de los escaparates unas despampanantes torrijas. A mi amiga se le fueron los ojos detrás del deseado manjar. Sin embargo, a mí se me fueron los ojos directos al precio: 2,95 € la unidad.
En mi cabeza, aturdida por esos números, se mezclaban ingredientes como pan, leche, huevo y aceite. Y tras un escalofrío no pude evitar un: ¡Por Dios! ¿De dónde sacan esos precios? ¡Cómo han cambiado las cosas! Ese postre, que según me contaba mi abuela, estaba destinado antaño a llenar las panzas de los pobres, se cotiza ahora a precios desorbitantes como exquisitez para degustar sólo por los más pudientes.
Radicalmente corté cualquier iniciativa de compra del producto ofreciéndome a hacerlas yo misma cuando llegáramos a casa.
Por suerte, al llegar por la noche al hogar, no teníamos pan (ingrediente principal), lo que me dio el margen necesario para realizar la oportuna investigación, pues no sólo no las había hecho en mi vida, sino que no tenía ni idea de cuál era el procedimiento ni los ingredientes exactos. Yo tan lanzada como siempre y metiéndome en líos sin necesidad.
Ya por la mañana y dándole vueltas al mismo tema, decidí que lo mejor en estos casos es llamar a mi madre. Ni You Tube, ni tutoriales, ni porras, para estas cosas las madres son las mejores maestras, aunque sea por teléfono.
La indicaciones debieron ser muy buenas, pues la elaboración que me habían anunciado como engorrosa y lenta, no me llevó más de cuarenta y cinco minutos, limpieza incluida.
Con algo más del coste de una torrija, yo elaboré 16, gustaron a todo el mundo y duraron poco más de un día.
Mi grado de satisfacción superó con creces cualquier expectativa, no sólo por el éxito del resultado, sino por el importante ahorro que rondaba los 40 €.
Y es que una cosa es ser generosa y otra despilfarrar de esa manera como si el dinero cayese de los árboles como las hojas en otoño.

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