El otro día, en una red social, leí esta frase que
había publicado un amigo y me hizo gracia.
El que calla no
siempre otorga. A veces, simplemente no tiene ganas de discutir con idiotas.
Hoy, por dos veces, he sentido la necesidad de
decirla en voz alta, porque tanto callar, estaba ya dando que hablar. Y es que
está siendo una semana, en la que el número cien ha tenido que ser sustituido
por el mil, en el límite hasta el que tengo que contar antes de decir lo que
pienso.
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