jueves, 25 de abril de 2013

GALANTERÍAS DE CAFÉ


Esta tarde, mientras tomaba un café en Cáceres, justo antes de volver al trabajo, un señor bastante mayor, se disponía a abandonar la cafetería cuando, se ha acercado hasta mi mesa y literalmente me ha dicho:
-“Señorita ¿le puedo decir algo?
-Si claro, ¿necesita usted algo?
-No, no se preocupe, solo quiero decirle que debo abandonar este local porque usted es perjudicial para mi salud. Me obnubila el pensamiento, me altera el corazón y me hace subir la presión sanguínea.
-Pues cuanto lo lamento caballero.
-El que lo lamenta soy yo, pues si esto me pillara con veinte años menos…
No pude evitar que se me escapara una ligera sonrisa, pues el piropo me pareció de lo más original y por un momento me sentí como una dama del siglo XVIII.
El caballero me devolvió la sonrisa y se marchó.

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