Por todos es sabido que en un minuto te puede
cambiar la vida.
Empiezo a estar cansada de esos minutos que, a veces, me bambolean tanto que me cuesta encontrar un camino por el que seguir.
Huyendo siempre de la vida tranquila y sedentaria,
voy sintiendo ya sobre mi piel los años transcurridos cargados de vivencias y
de minutos.
Quizá deba empezar a temblar por los minutos que
quedan por venir, que además, cada vez,
van siendo menos y llegan con más frecuencia. Esta vez, entre minuto y minuto sólo
pasaron tres meses.
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