Este día, además de proporcionarnos a los
emeritenses un día más de fiesta que al resto de los españoles muy seguido del
día de la Constitución y del día de la Inmaculada Concepción, es el día de la
patrona de Mérida, La Mártir Santa Eulalia.
Aquí es un día un tanto especial, pues como suele
suceder en los pueblos, y le pese a quien le pese Mérida lo sigue siendo, hay
mucho devoto, aunque sólo sea por un día, de la Santa en cuestión.
Ayer se produjo el peregrinaje desde la ermita de la
Virgen de Perales (perteneciente a Arroyo de San Serván), situada a unos 23 km
de Mérida hasta el Hornito de la Mártir, por ser este el camino que en su día
realizó la Santa antes de ser martirizada por defender su fe en Jesucristo ante
los romanos.
Como es habitual, este tipo de actos los realizan
aquellos que lo tienen por costumbre y los que lo hacen por promesa y aunque desconozco
el número de peregrinos de este año, en ediciones anteriores ha habido más de 2500
personas.
Este año, en el que un cambio de planes de última
hora, ha dado lugar a que pasara todos estos días de fiesta en casa, me han
permitido vivir de cerca todos estos rituales, sirviendo incluso durante un
ratito de coche escoba del peregrinaje. Todo un placer.
Ya por la noche, pude asistir a la multitudinaria procesión
y disfrutamos después de los tradicionales fuegos artificiales, que a pesar de
la crisis, no estuvieron nada mal.
Hoy, siguiendo con las tradiciones, toca “pinchar la
pitarra”, es decir, probar los vinos del año. Suele ser también un motivo de fiesta
y unión de amigos y familia por parte de aquellos que tienen bodegas pequeñas y
que hacen sus propios “caldos”.
Un alegre final para estos festivos días que preceden a los que se nos avecinan.
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