En el visionado de un vídeo en YouTube, del que os
dejo el enlace, una mujer lee un emotivo discurso en el que una y otra vez
repite: “nunca jamás podrán
arrebatarnos el legado…, que nunca jamás una hija tenga que asomarse
cada día al muro de un viejo hospital para ver pasar los camiones de presos y
buscar a su padre entre los futuros fusilados, que nunca jamás una mujer
con talento y valentía tenga que huir de su casa para nunca volver” https://www.youtube.com/watch?v=uhMvL6FrH9g
“Nunca jamás” es la frecuencia con que determinados
actos deberían suceder.
Lejos de ideologías políticas o religiosas, nunca
jamás se deberían haber producido las matanzas que, escudadas en guerras provocadas
por el ansia de poder, se han llevado a cabo a lo largo de la historia y que
generaciones anteriores a las mías vivieron en primera persona.
No estamos hablando de hace tanto tiempo, o sí,
porque por desgracia, esto que no debió suceder nunca jamás, se ha repetido a
lo largo y ancho del planeta desde tiempos inmemorables y sigue sucediendo hoy
día.
En mi caso eran retazos de recuerdos de historias
contadas a media, que formando un pequeño puzle fue tomando algo de
forma con la lectura de libros de historia, al que ahora, se suman noticias hábilmente
manipuladas por los medios que muestran un desgarrador presente y que nos
demuestran lo poco que han cambiado algunas cosas.
Nunca debió suceder y jamás debería volver a pasar.
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