Que soy una ogra, lo tengo claro, aunque no llego a
la categoría de Fiona (la esposa de Shrek, que es ogra de noche y princesa de
día).
En mi día a día hago un verdadero esfuerzo por no
saltar de forma constante ante las variopintas situaciones que tienden a
alterarme y que pueden poner en riesgo mi puesto de trabajo. Estas situaciones
están provocadas normalmente por personas incompetentes con aires de grandeza.
Como errar es de humanos y aunque haya a quien le
pese, yo soy humana y la primera en equivocarme, tiendo a pensar que los
errores con los que a diario nos vamos encontrando son consecuencia del exceso
de trabajo y no de la mala fe o de la incompetencia. Sin embargo, y cada vez con más frecuencia, la
verdad se muestra ante mis ojos con pruebas evidentes de la “mala leche” que se
gasta el ser humano.
Hace unos días, en mi puesto de trabajo, mi Fiona
interior se ha desbordado a todo volumen llamando la atención de los compañeros
de oficina que todavía se encontraban allí. Y es que, como dice mi madre, “la
cabra tira al monte” y en este caso “la ogra tiende a salir”.
Y si, como a todo el mundo, me joden las
injusticias, lo que ya me repatea el alma es que se le añada la chulería,
situación en la que me he visto envuelta gracias a un colaborador que además de
no realizar su trabajo a pesar de querer cobrarlo, intenta tirar por tierra el
trabajo de los demás.
El cabreo adquirió tal dimensión que sustituyó el
habitual hambre de comida, propia de la hora al salir del trabajo, por sed de
sangre, lo que estimuló mis neuronas hasta el punto de maquinar una vuelta más
de tuerca en la búsqueda de los medios para conseguir poner cada cosa en su
sitio.
Como las mujeres pensamos mucho, y si somos ogras,
mucho más, el equipo con el que trabajo, (todas mujeres) y yo, hemos conseguido
aclarar la situación, colocando a semejante energúmeno en el lugar que le
corresponde, aunque el tema de que cobrase ha sido inevitable. No hay dicha
completa.
Y es que de vez en cuando, Fiona tiene que salir,
porque en el caso contrario, la presión interior podría provocar alguna
catástrofe.
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