miércoles, 12 de diciembre de 2012

EL PRECIO DEL PERDÓN


Creo que soy consumidora de un artículo de lujo, el perdón.
No abuso, porque perdería su sentido, pero lo pido justo cuando creo que lo necesito, aunque no siempre me lo dan, porque también es verdad que no todo el mundo sabe servirlo.
La gente debe pensar que lo tienen en la carta de los restaurantes caros o en los escaparates de las tiendas del Barrio de Salamanca de Madrid, aunque en realidad, si supieran lo poco que cuesta, a lo mejor, lo pedirían con más frecuencia.

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