Es
la primera vez que escribo algo así y no sé muy bien cómo hacerlo.
Quizá
debiera escribir un bonito epitafio, pero creo que eso ya lo han hecho y no es
a mí a quien corresponde.
Por
desgracia las previsiones se han cumplido y ayer, 10 julio a las 5 de la mañana (hora de Los
Ángeles), falleció Malena.
Aquellos
que la conocíais y que leáis esto, de sobra sabéis como me siento.
He
comenzado varios escritos, los primeros en tono de reprimenda, los siguientes
con dolor, después han ido surgiendo los recuerdos y mientras los sentimientos
se iban agolpando en mi cabeza, y las lágrimas en mis ojos, mis dedos plasmaban a través del teclado
palabras que han ido configurando texto predestinados a ser desechados por
motivos más que evidentes.
Malena
dedicó su vida a los demás y en sus últimos momentos de lucidez tomó una de las
decisiones más importantes de su vida, repartir vida después de su muerte.
El
riesgo a dañar órganos sanos e importantes dispuestos a ser donados,
imposibilitó el experimental tratamiento de su enfermedad.
El
eterno agradecimiento de los receptores será lo que quede de todo esto y con
menos de eso, ella ya sería más que feliz.
El 31 de mayo, cuando nos
diste la noticia, te di mi último abrazo, hoy con todo el dolor de mi corazón,
te doy mi último adiós.
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