viernes, 6 de julio de 2012

CASO PERDIDO

Ya me lo han confirmado. Soy imbécil.
Primero lo consulté con el horóscopo, que para estas cuestiones suele ayudar bastante, después lo consulté con un psicólogo, al que no conozco de nada (por aquello de mantener la objetividad en el diagnóstico), en alguna ocasión lo he comentado con algunos amigos, así como informalmente, por último lo comenté con mi médico de cabecera y definitivamente los resultados son unánimes. Soy imbécil.
En concreto, el caso que nos atañe –dijo mi médico- se trata de una imbecilidad genética (vamos, que me viene de familia, como la tensión, los triglicéridos y esas cosillas), y lamentándolo mucho, es el peor de los tipos.
Busqué remedio inmediato, pero no hay tratamiento. Ya me lo avisó mi madre que en este tema tiene amplia experiencia.
Mi médico, que de estas cosas entiende mucho, me proporcionó unas pautas a seguir para no empeorar el cuadro clínico. Sin embargo cuando estudió el caso un poco más a fondo me planteó las cosas con total sinceridad. –Esto está peor de lo que pensaba.
El motivo, pues que no soy imbécil por una sola cuestión.
Sigo creyendo que las personas son buenas por naturaleza, que todos los problemas tienen solución excepto uno, que el tiempo lo cura todo, que con amor y cariño se vive mejor que con odio y maltrato, que la inocencia nace de la infancia, que hay que proteger a los desprotegidos, ayudar al prójimo, devolver lo que no es tuyo y por supuesto no robar, que nadie tiene el poder para quitar una vida puesto que no se tiene el poder para devolverla, que el esfuerzo tiene recompensas y todos debemos tirar de la cuerda en el mismo sentido, que un favor no se hace con las expectativas de verlo devuelto y un montón de cosas por el estilo.
Conclusión médica: Caso perdido.

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