La primera vez que escuché una versión distinta de
la que yo conocía, de un cuento infantil, fue cuando mi sobrino escuchaba muy
atento cómo su madre le explicaba que el lobo metía a la abuela de Caperucita
en un armario, en vez de comérsela como lo había hecho millones y millones de
veces.
Aquello me sorprendió y me hizo pensar que yo debí
ser, sin saberlo, una niña traumatizada debido a todos aquellos cuentos que me
contaban completos, sin suavizar y con todo tipo de detalles.
Ahora, se conoce, que está de moda retomar cuentos
clásicos e ir haciendo distintas versiones de los mismos, hasta el punto que, a
veces, nos puede costar reconocer la historia que, si bien no es exactamente la
original, si es la más conocida.
Últimamente, Blancanieves ha sido el objetivo de
varios guionistas y directores.
Así en Blancanieves Mirror, se puede ver una
madrastra que no sólo quiere deshacerse de su hijastra, sino que hechiza al
príncipe e intenta casarse con él y unos enanitos que no trabajan en la montaña
o en la mina, (supongo que a consecuencia de la crisis) sino que se dedican a
robar y que enseñan a la princesa a defenderse con uñas y dientes si fuera
necesario. En esta versión es Blancanieves quien saca al príncipe del hechizo
de la reina, mediante el primer beso de amor y no al revés.
Pero bueno, al final de la historia, podemos ver a
la protagonista con su inconfundible vestido azul, amarillo y rojo, tal y como
la dibujó Disney.
En la última versión de esta historia que he visto “Blancanieves
y el cazador”, (Snow White & the Hutsman), se resuelve el misterio de la
muerte del Rey, pues es la madrastra quien, en la noche de bodas, le clava un
puñal en el corazón. Nadie lleva a la princesa al bosque para matarla, sino que
escapa del castillo, después de varios años de enclaustramiento. Su huída por
el bosque oscuro, junto al cazador que inicialmente quería matarla, es una
batalla constante contra hechizos y monstruos, que me parecía más propia del
Señor de los Anillos, que del idílico bosque donde la princesa se topó con la
casa de los siete enanitos. Entra en juego un poblado de mujeres marcadas con
cicatrices, de las que nunca antes se supo nada, y que han sacrificado su
belleza (objetivo principal de la malvada reina) para poder criar a sus hijos.
Los siete enanitos, parecen una subdelegación de la banda de Robin Hood y
vuelven a ser ladrones, en vez de honrados trabajadores. Aunque eso sí,
Blancanieves vuelve a ser envenenada con una manzana que come por engaño y
salvada por un beso de amor, aunque no precisamente de su amado príncipe, sino
del cazador que anhela a su difunta esposa. Al final de la historia, se desencadena
la gran batalla final, del tipo película medieval con sus espadas, escudos y
armaduras y capitaneada por la princesa, con el objetivo de dar muerte a la
reina. No hay boda, pero si una coronación.
En fin, todo un lío, pero que en el fondo no está nada mal.
Ahora me estoy planteando ver la versión que me
falta y de la que me han hablado muy bien, pero sobre la que tengo mis dudas,
pues entramos en una versión muda, en blanco y negro y ambientada entre toros y
flamenco.
Habrá que darle una oportunidad, pues es otra
versión y encima española.
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