miércoles, 29 de mayo de 2013

PREGÚNTALE A TU PADRE

A mí, como a todo el mundo, en alguna ocasión, se me ofreció por respuesta un  “pregúntale a tu padre” seguido de un “pregúntale a tu madre”.
Esto, cuando no tenía edad para comprender que me estaban dando largas, o que la respuesta iba a ser que no, me servía para mantenerme entretenida durante las dos o tres veces en las que iba y volvía de una estancia de la casa a otra, donde se hallaban mis progenitores.
Cuando fui cumpliendo años fueron disminuyendo los viajes, que voy que vengo, de un lado para otro, hasta que llegó un momento en el que entendí que cuando me daban esa respuesta, realmente querían decir “no”.
Ahora, plenamente adulta, no entiendo cómo, he vuelto a verme en una situación similar. Aunque la respuesta ha cambiado ligeramente: “pregúntale a Pepito (jefe A)” seguida de un “pregúntale a Juanito (Jefe B).
No sé si darles las gracias por hacerme sentir de nuevo como una niña o mandarlos a la porra que quizá sería lo que procedería. A mis padres no podía, pero estos… que no me tienten mucho.

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