Esto ha sido casi, casi, tan corto como el cuento de
la lechera.
Ayer, indignada por una injusticia, que en este caso
además me afecta a mí, salí de una reunión dispuesta a luchar, como antaño lo
hizo David contra Goliat, y a ganar a la Administración Pública en la
aplicación de una ley, que por muy ley que sea y por muy de Europa que venga,
resulta totalmente injusta y desproporcionada.(¡Qué novedad!)
¡A los tribunales! Primero al Tribunal Superior de
Justicia, y como ahí no me van a dar la razón porque no se van a atrever con
los Europeos, seguiré luchando hasta llegar al Tribunal de Justicia de la Unión
Europea.
Ilusa de mí.
En la primera visita a mi abogado, me desinflé como
un globo aerostático sin calentador.
Primera cuestión, necesitamos Procurador. Esto
cuesta dinero. Pero bueno, contaba con ello, siempre ha sido así.
Segunda cuestión, ya están impuestas las Tasas
Judiciales. Así sin mirar mucho, 319 euros, por decir pío. Vaya, con esto no
contaba. Benditas reformas.
Tercera y más importante de las cuestiones, como en
las apuestas de póker, cada vez que pierdes, pagas. Las costas del juicio
superan los 4.000 euros, y eso sin salir de Extremadura. Y esto, ¿cómo dicen
que lo pago? Pues como se dice en mi pueblo, a tocateja.
Total, que con 6.000 euros, casi no llego ni al
primer tribunal. Y si lo multiplico por el número de tribunales por los que
tengo que pasar hasta llegar a Europa… ¡Ejem, ejem!, se me sale un pelín del
presupuesto.
Me sentí como Don Quijote luchando contra los
molinos de viento, solo que en este caso vapuleada antes de empezar.
Sigo totalmente indignada, pero por esta vez, le
cedo el testigo a quien lo quiera coger, que con las mismas ganas de batallar
que yo, le sobre algo más del presupuesto mensual para afrontar la batalla y
que tenga el coraje necesario para sentar jurisprudencia.
En estos casos, más que justicia, habría que gritar ¡Suerte!
En estos casos, más que justicia, habría que gritar ¡Suerte!
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