He llamado a un
amigo al que hace tiempo que no veo para felicitarlo por su cumpleaños. Tras
las primeras frases de puesta al día de la situación, tanto familiar como
laboral, de cada uno, nos hemos visto inmersos en una conversación
socioeconómica que no ha tenido desperdicio.
Obviamente, no
encontramos soluciones a corto plazo, y el largo plazo se nos ha hecho tan
largo que nos ha parecido que no solucionaba nada.
El final de la
conversación resultaba un poco apocalíptico, sobre todo cuando hemos hecho un
repaso de las empresas conocidas que han caído o que están al borde del
precipicio. Y nos hemos tenido que terminar riendo pues vamos directos al hoyo
y ante esa situación o te ríes o lloras y como estábamos de cumpleaños, hemos
decidido que mejor reír.
Quiero pensar
que estamos tocando fondo, y que más vale temprano que tarde, empezaremos a
remontar.
La teoría de la
conspiración está empezando a tomar forma en mi cabeza y la única razón es que
es imposible tomar decisiones tan desacertadas y hacer las cosas tan mal por
error. La inutilidad fue una buena excusa durante un tiempo, pero sinceramente,
empieza a no colar. La venganza era otra opción, pero no está muy claro contra
quien. El favorecer a unos frente a otros dejó de tener sentido en el momento
en que todo el mundo está jodido. Unos más y otros menos, pero jodidos al fin y
al cabo.
Me da rabia
tener que dar la razón a los pesimistas y a aquellos que llevan tiempo diciendo
que estamos como estamos porque hay intereses ocultos (y no tan ocultos que los
empiezo a ver hasta yo). Vamos, que es obvio que Alemania, Francia y otros por
el estilo van a sacar tajada de todo esto.
O Europa
remonta o España se hunde. Curiosamente aquello que nos iba a aportar seguridad
y estabilidad se ha convertido en la losa que nos hunde cada día un poquito
más.
Y como decía mi
amigo, esto nos pilla entrando en los cuarenta, por si teníamos poca crisis,
una más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario