domingo, 2 de marzo de 2014

MI MUNDO

Mi reducido mundo es confortable y compartible, pero sobre todo, es “mi” mundo. Aunque en realidad he de decir que también es del banco, pero “ese”, de momento, y gracias a que pago religiosamente, porta poco por aquí.
En mi mundo no siempre reina el orden. A veces, el caos, mi caos, se expande por toda su extensión, pero como mi mundo es pequeño, el caos que cabe dentro también lo es.
Normalmente, salgo de mi mundo y accedo a otro que es muy grande, y que unas veces aporta alegrías y otras penas. A menudo me hace cargar con multitud de problemas, y me ayuda a adquirir experiencia. En ese gran mundo todo es grande e intenso. Suceden millones de cosas en él y todo se mueve muy, muy deprisa. Y mientras deambulo por él, como si fuese un imán, se me van quedando pegadas los sucesos más cercanos y sus consecuencias. A eso, suelo llamarlo las circunstancias de mi entorno, y tienen un gran poder sobre mí. Cargo con ellas en una mochila, que en ocasiones pesa mucho aunque se me queda pequeña y rebosa, porque todo lo que llevo dentro, al igual que el mundo al que pertenecen, es grande, muy grande.
Sin embargo, cuando vuelvo a mi mundo, soy consciente de que el contenido de esa mochila, no cabría allí dentro, y como por arte de magia, todo se va reduciendo. No la quedo fuera, no podría, es mi mochila. Al principio, todo se desparrama y colabora con mi pequeño caos, pero, poco a poco, cada cosa va ocupando su lugar, y vuelve a reinar el orden. Entonces todo vuelve a ser suave, y la intensidad, que la quedo sólo para mí, es la que yo siento.
De vez en cuando abro las puertas de mi mundo y otras personas acceden a él. Me resulta agradable compartirlo y dejar que los demás aporten cosas, pero sigue siendo mi mundo.

Estos son los delirios de un carnavalesco fin de semana al que no he tenido que buscar excusas, porque la fiebre y un malestar generalizado han hecho que permanezca en "mi mundo" todo el tiempo.

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