miércoles, 19 de marzo de 2014

HÁGASE LA LUZ

Las once de la noche. Sonido que anuncia la entrada de un mensaje en mi teléfono. Pufff, mala hora. Opto por leerlo y ¡zas!, susto al canto. ENDESA me anuncia que tengo una factura impagada y que han iniciado el trámite para la suspensión del suministro.
¡Ostras! ¿Qué he hecho con el dinero de esa cuenta? Habitualmente no hay mucho porque es la cuenta de las domiciliaciones e ingreso en ella en función de las previsiones de pago. ¿Se me habrá escapado algo y estará vacía? ¡ReeeDios! ¿Qué se hace en estos casos y a estas horas?
Cuento hasta diez, me tranquilizo y analizo la situación. A estas horas poco puedo solucionar, por lo que decido seguir con unos asuntos de trabajo que me habían quedado pendientes de la mañana y en cuanto consiga acabarlos, a la cama. Como decía mi abuela: “Mañana será otro día y verá el tuerto los espárragos”
De pronto las palabras “inicio del trámite para la suspensión del suministro” se instalan en mi cabeza y no consigo concentrarme en otra cosa. Pienso en un corte directo. Sin luz toda la noche, sin calefacción, la comida del frigorífico, ir al baño a la luz de las velas… oh, oh, sin despertador para el día siguiente, sin poder cargar el teléfono… ¡Ay Dios, el aislamiento total!
El pánico me domina, cierro mi ordenador, pongo a cargar el teléfono, recojo los papeles, me proveo de agua, velas y mecheros y decido irme a la cama, para que en el caso de que se produzca el corte, al menos me pille acomodada, sin riesgo de descalabrarme mientras busco una vela en la oscuridad de la noche.
Una vez en la cama, todavía con luz eléctrica en la lámpara de la mesilla y un poco alterada, concluyo que, mientras disponga de iluminación, será mejor leer y así relajarme un rato.
La noche transcurrió entre sueños agitados, despertares sobresaltados buscando la luz verde de los números de mi radio-reloj despertador y sustos que me hacían encender la luz de la mesilla, porque con tanto movimiento mi almohada tapaba el despertador y a mí me parecía que ya se había producido “la suspensión del suministro”.
Al sonido de las alarmas, saliendo del sueño profundo que me proporciona la madrugada, casi de forma instintiva, pulso el interruptor de mi lámpara y se enciende la luz. Al tomar conciencia del hecho, me levanto, ligeramente contenta, cansada por una ajetreada noche, pero contenta. He tenido suerte y podré resolver todo esto antes de que vuelva la noche.
Las cuestiones laborales de la mañana no me ofrecieron mucha tregua y finalmente tuve que pedir socorro a uno de mis hermanos para que realizara las gestiones por mí, porque me volvía a ver de noche, a oscuras en mi casa y muerta de frío.
Al mediodía me informan que las gestiones se están demorando más de lo previsto, porque, al parecer, no es una tarea tan sencilla como yo pensaba.
Y tanto que no era sencillo. Ya por la tarde, tranquilamente sentada frente a mi mesa de la oficina, me dispongo a “coger el toro por los cuernos” y lo más serena posible agarro el teléfono para resolver aquel entuerto y sobre todo para asegurarme de que no se va a producir ningún corte de luz.
La operadora con la que por fin consigo hablar, de origen, y un acentuado deje, sudamericano, tras mantenerme innumerables veces a la espera (sin música, ni nada) y tras comprobar y recomprobar mis datos y mi expediente, me informa que no tengo ningún impago con esa compañía.
Insisto en el mensaje que he recibido y el consecuente susto. Me contesta que Endesa nunca envía mensajes “al celular” por impago y que además la última factura que les consta es la de febrero y aparece pagada.
Solución: “Que haga caso omiso al mensaje”
Como si hacer caso omiso al mensaje me asegurara que no me van a cortar la luz.
He planteado la cuestión sobre la posibilidad de que fuese algún tipo de timo o algo parecido. Negativa al respecto.
Al final y por más que he preguntado y vuelto a preguntar, sólo he conseguido que me digan, vía telefónica, que ha debido ser un error y que me olvide del tema.
Ante situaciones así, donde se agotan todas las vías, me rindo, sólo me queda rezar para que de verdad sea un error y no me corten la luz.

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