lunes, 17 de marzo de 2014

ISLAS

A veces los acontecimientos se agolpan en tal cantidad e intensad que los hechos acaecidos en la misma semana parece que sucedieron hace meses.
Menos mal que todavía existen islas que, como los oasis en el desierto, me proporcionan el oxígeno y la relajación necesaria para afrontar todo lo que viene.
El martes pasado, y por cuestiones laborales, fue en Plasencia. Allí tienen su isla. El río Jerte la acaricia a su paso por la ciudad, delimita su extensión y a mí me hizo compañía. El entorno resultaba muy agradable, el tiempo acompañaba y mi actitud de relajación y despiste debió ser muy evidente, porque un viandante, que me conocía, me incitó a que acelerara mi paso mientras yo contemplaba la altura de los árboles y el grosor de sus troncos.
Las fotos dan una idea de lo agradable del paseo.


 

Este sábado fue en Mérida, donde la isla es mi sitio de paseo habitual y del que no me canso. El Guadiana, el río que con su pausada corriente, se lleva mis pensamientos. El paseo, que casi siempre lo hacemos de noche, me proporciona aire fresco, buena charla y compañía, algo de ejercicio, entrenamiento para otras marchas y sobre todo desconexión. En este caso el paseo fue de día y con un espléndido sol.
 


 

¿Compararlas? Imposible. Totalmente distintas en tamaño, en vegetación, incluso en compañía. Maravillosas las dos, y lo mejor de ambas es lo que yo me llevo mientras las paseo.

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