Su razón no le faltaba. Los reconocimientos en vida
se disfrutan mucho más. ¿Dónde va a parar?
En estos días, en los que no dejo de oír, ver y leer
cosas sobre Adolfo Suárez, me doy cuenta de que este gran hombre recibió muchas
“cajas de gambas y jamones” mientras vivió, aunque de algunos de ellos ni
siquiera tuviera ya conciencia para asimilarlos. ¿Merecidos todos ellos? Por
supuesto, ¿qué duda cabe?
También hubo puñaladas traperas, que con el paso del
tiempo y tras su muerte, como cosa de magia, se han convertido en ramos de
flores.
De lo que no estoy ya tan segura, es de si en algún
momento pensó en la cantidad de los mismos que recibiría una vez fallecido.
Igualmente merecidos también, no soy yo nadie para juzgarlo, pero que, a buen
seguro, recibidos hace algo más de diez años, momento en el que ya estaba
retirado de la vida política, le habrían sentado mucho mejor.
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