En mi círculo de amistades, circunstancias de la
vida, hay una pareja que viven en el mismo bloque que yo y que, por supuesto,
están mucho más al tanto de las cuestiones vecinales, entre las que se
encuentran, evidentemente, la actividad sexual de algunos y algunas.
Sacando punta al tema que, en estos casos, da para
mucho: ruidos, frecuencia, duración, etc, hemos aprovechado para quejarnos de la
poca intimidad que ofrecen nuestros tabiques, de las ganas de animar, en
algunos casos, y de la variedad de la fauna que habita en nuestro edificio.
Tras un rato de conversación y de risas, aclaro que
en mi casa, salvo alguna ocasión en la que los vecinos de al lado, llegando ya
al final de la faena, se han emocionado algo más de la cuenta, no se escucha
nada, aunque en realidad, no sé si es porque paso poco tiempo en casa, porque
tengo el sueño muy profundo, una sordera aguda, o porque mis colindantes son
más tranquilos.
Por un momento, y siendo consciente de que el hecho
de que yo no los oiga, no quiere decir que ellos no me oigan a mí, me surge la
duda sobre si mi vida sexual, puede haber sido en algún momento tema de
conversación en las reuniones de amigos de algunos de mis vecinos.
Como no es algo que se pueda preguntar así de
cualquier manera, y el ascensor da para poco más que el tiempo, los madrugones
y el cansancio de vuelta a casa, optaremos por quedarnos como estamos y que
cada uno hable de lo que quiera o pueda.
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