martes, 19 de junio de 2012

VIEJAS HERIDAS

En el momento del reencuentro un sonido inapreciable ha hecho eco en mis oídos. Era sutil y me ha costado identificarlo. Era el sonido de pequeñas cicatrices abriéndose y dejando paso a una pequeña hemorragia.
Mi mente buscaba el dolor en mi alma, buscaba el lugar de las heridas y el manar de la sangre, pero no encontraba nada.
Al mirarlo a la cara, a través de sus ojos, he podido ver su daño.
Convencida de que las heridas bien cicatrizadas no podían volver a abrirse, he vuelto a casa con sentimiento de culpa, pues nada más lejos de mi intención que volver a abrir viejas heridas.

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