Aislamiento, que no soledad, producido por el silencio, un silencio interior que ha ido avanzando poco a poco y que provoca pensamientos, que distando de lo absurdo, carecen de organización. Sonidos que se han ido alejando hasta desaparecer. No hay angustia ni ansiedad. Serenidad sin interrupción y tranquilidad deseada. No queda dolor, se ha marchado con el ruido. La distorsión de las imágenes precede un fundido en negro, como en las viejas películas. Algo se apaga, pero suavemente. No es necesario ningún esfuerzo. Todo está bien.
La imagen vuelve envuelta en un armazón metálico que emite un sonido de sobra conocido. No hay voces.
El silencio se ha marchado, pero no lo ha hecho solo. El caminar lo hará la mente a partir de ahora.
Cada fundido en negro irá colándose a hurtadillas, robando el tiempo y adueñándose minuciosamente de cada pequeña parcela.
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