jueves, 14 de junio de 2012

UTOPÍA

De mi infancia y niñez, sólo guardo algunos recuerdos. La necesidad de espacio ha ido borrando los menos importantes y las experiencias vividas han ido deformando otros.
Un buen amigo mío, discreparía conmigo, pues tiene claro que todos los recuerdos permanecen siempre, tan sólo, que a veces hay que despertarlos porque están dormidos y otras veces hay que estimularlos porque simplemente están aletargados.
Quizá debería darle la razón, porque debido a la situación económica financiera y social en la que nos encontramos últimamente, he despertado uno de esos recuerdos con una nitidez asombrosa.
Siendo niños, corríamos alrededor de la piscina. Entrabamos y salíamos de ella a nuestro antojo inventando una y mil maneras de caer al agua salpicando lo máximo posible.
Al acercarme a beber a la mesa donde estaban tomando café los mayores escuche una palabra que en sí me pareció bonita: Utopía. No sé, sonaba bien.
Como la curiosidad, me ha ido acompañando a lo largo de mi vida, para saciarla, andaba todo el día preguntando.
Mi tío, que por aquellos entonces rebosaba paciencia, en vez de mandarme a la piscina para que los dejara en paz, optó por contestarme con palabras llanas de forma que pudiera entenderlo. Su respuesta quedó algo así: es un mundo imaginario, donde todo está y funciona muy bien. Nadie se enfada con nadie, no hay discusiones ni peleas y siempre hay suficiente de todo para todos.
A mis 9 o 10 años, me pareció una respuesta más que satisfactoria, la gravé en mi memoria y sin decir nada más, volví a la piscina con mis primos y hermanos.
Quién me iba a decir que tantos años después, recordaría aquellos tiempos como los vividos en el mundo de Utopía

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