Esto no es consecuencia de ningún fenómeno de la naturaleza ni de ninguno paranormal. Esto es consecuencia del futbol.
Creo, si no me he informado mal, que hoy se juega la semifinal de la Eurocopa. Los contrincantes son España y Portugal. Hoy todo queda en casa.
Al salir del trabajo un poco más tarde de lo habitual, me ha llamado la atención que apenas había coches, ni en la carretera ni en las calles. Algún alma despistada como yo y alguien que saliendo también tarde de su trabajo, aceleraba un poco en el intento de no perderse ni un minuto más del partido que ya había comenzado.
Antes de llegar a casa, compras de última hora en el Mercadona. Sus pasillos estaban casi desiertos y algún rezagado que otro compraba bebidas y algún que otro aperitivo para animar a la “Roja”.
En el último cruce antes de llegar a mi casa, un autobús se ha cruzado en mi camino. Este transporte público que diariamente lleva ocupado todos sus asientos a esta hora, transitaba hoy con tan sólo dos viajeros.
Ha resultado extraño realizar el camino de vuelta a casa sin cruzarme prácticamente con nadie, pero lo que más me ha gustado es que durante todo el día no he escuchado nada sobre la situación económica ni social que nos atañe ni siquiera a pesar de las “fructíferas” reuniones que Rajoy está manteniendo. Las conversaciones han girado en torno al tamaño de la pantalla en que cada uno iba a ver el partido (porque en estos casos el tamaño sí que importa).
Por unas horas nuestra Península ha permanecido paralizada delante de una pantalla y visto lo visto me alegro. No deja de ser un “Kit Kat en todo el meollo”.
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