No
sé hasta qué edad una persona sigue siendo joven, pero en mi caso, como siga
relacionándome con personas mayores que yo, y que siempre tienen presente esa
diferencia de edad, seré joven eternamente, aunque ya no me permitan
beneficiarme de los descuentos del carné joven, (por muy poco), ni de las desgravaciones fiscales.
Esta
tarde al salir de la Factoría Joven, en Plasencia, donde son muy dados a usar
el apelativo “mi niña”, un señor mayor, se me acercó mientras yo miraba en mi
móvil un mensaje que acaba de entrar. Sólo me dijo un par de frases, pero me
sacó una amplia sonrisa: ¡Ay, mi niña! “Juventud divino tesoro”. El mensaje, de
un buen amigo y antiguo compañero de carrera, ya me había hecho volver unos
años atrás, y eso debió ser lo que este señor vio en mis ojos.
Me avisaba de una charla del que fue nuestro
profesor de sociología: D. José Antonio Pérez Rubio. Venía en el periódico. “Cambios
en la estructura social de Extremadura durante el franquismo. Un fenómeno poco
conocido”
Por
un instante, al atravesar la puerta del salón de actos del CEPA “Maestro Martín
Cisneros” de Cáceres, sentí tener otra vez 21 años. Fue como atravesar el túnel
del tiempo. Escucharle hablar mientras buscaba un hueco donde acomodarnos y mirarlo,
allí, junto a una pizarra, explicando los sectores de producción donde se han
producido los cambios y los agentes implicados en los mismos, me hizo sentir
que entraba otra vez, como cualquier día más de clase, en el aula de la
Universidad, donde tres veces por semana, nos engatusaba con su charla y, a
veces, hasta se nos olvidaba coger apuntes.
Pero
los años han pasado, y no sólo para mí. Eché en falta su bigote y de sobra
otras cosas.
En
el transcurso de la charla, fue profundizando en algunos puntos aunque divagó
en otros. El tema da para mucho y creo que el tiempo era poco. Hoy le costaba
concretar. Tanto ha sido así, que el final, algo brusco, ha estado falto de
alguna conclusión. Sólo le ha faltado decir: “el próximo día continuaremos con
esto”. Y yo habría vuelto a estar allí.
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