Puestos a ser sinceros, creo que la sinceridad está
sobrevalorada.
Personalmente, pienso que la sinceridad sólo es
buena cuando su revelación te puede aportar algún beneficio. En caso contrario,
guárdate lo que piensas, porque como suele suceder con los acusados, “todos lo
que digas, podrá ser utilizado en tu contra”, y lamentablemente, y como están
las cosas, todos somos potenciales acusados, por lo que es mejor no darle armas
al enemigo.
Si algún día tienes un ataque de sinceridad, mi consejo
es que te quedes en casa, descuelgues el teléfono y llames al trabajo para decir
que no puedes ir, que tienes una crisis de lo tuyo. Hoy en día todo el mundo
tiene algo “suyo” y todo el mundo lo entenderá. No vayas a decir que tienes un
crisis de sinceridad, entonces, sinceramente, estarías perdido. La sinceridad
es como el miedo, se puede oler desde lejos y una vez la desvelas, no hay
vuelta atrás.
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