domingo, 12 de enero de 2014

AHORA SÍ. YA ME TOCA EMPEZAR

Estaba planeado. Me marchaba después de comer. Saldría temprano para llegar con tiempo de dar un paseo al atardecer y acomodarme para una tranquila noche con película y buena compañía en el Pajar de la Serilla, en Valdelamatanza.
Pero antes, como siempre, hay que hacer lo que hay que hacer, y me esperaban en la clínica. La prueba estaba programada a las doce.
La entrada me pareció precipitada, no había nadie en la sala de espera y las explicaciones fueron las justas. Tan sólo me dio tiempo a dar un número de teléfono por si surgía algún imprevisto, aunque era poco probable. Todo era bastante rutinario y carente de riesgo.
Aquella máquina emitía unos sonidos de lo más variados, aunque todos tenían un toque en común, o al menos a mí me lo pareció, el sonido metalizado. Durante un rato no pude dejar de pensar en Malena.
Primero eran golpes aislados, después se seguían como los de una ametralladora. Hubo un silencio, fue breve, y comenzó a sonar como un taladro con percutor. Le siguió el sonido de la sirena de una fábrica que se repetía a intervalos cortos y por último parecía que se hubiera colado allí un DJ de música house que no acababa de dar con la combinación adecuada y comenzaba una y otra vez la misma melodía metalizada. Llegué a encontrarle el ritmo. Todo el repertorio se repitió por tres veces.
No había posibilidad de movimiento, mi cabeza se encontraba dentro de una especie de jaula, y en su interior se sucedían los pensamientos que iban marcando los sonidos. En los vacíos, cuando sólo quedaba el ruido de fondo que parecía un silencio, mi cabeza adelantaba el viaje y me veía paseando entre castaños, con la nieve al fondo, sobre los picos de las montañas. Una hora y veinte minutos dan para muchos pensamientos.
El aturdimiento que tenía al salir de allí, hizo que estuviera más tiempo del previsto hasta que pude coger el coche y poner rumbo a mi preciado fin de semana.
Casi podría decir que lo que se preveía como un largo período de descanso ha transcurrido más rápido que la hora y media dentro de la máquina de resonancias. Suele pasar cuando se está disfrutando.

Paisaje desde el Mirador del Cerro

Puente de la Fuente Chiquita (Hervás)
Vista de Hervás desde el Mirador del Museo de las motos
Puesta de sol en Hervás

El buen tiempo y el entorno han convertido estos días en un remanso de paz y tranquilidad lejos de las conexiones telefónicas, de internet, de horarios, de responsabilidades y obligaciones. Alguna que otra visita fugaz, un par de reencuentros rápidos y un paisaje deslumbrante, me han cargado las pilas. Y ya, sin más retraso, comienza mi 2014 laboral.

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