Hago firme propósito todos los días. A veces, cuando
me levanto, me digo a mí misma: hoy va a
ser diferente, será una nueva etapa. Otras veces me lo digo por la noche,
cuando consigo llegar despierta al momento en que rozo la almohada: a partir de mañana lo haré, no puede ser
tan difícil, cuando todo el mundo lo hace.
Sin embargo, no sé si por efecto de la edad, por mi
propio cambio interno, o por las circunstancias que me rodean, cuando empiezo a
escuchar una conversación que me indigna, después de decirme a mí misma, por
varias veces que no voy a intervenir, que no voy a expresar mi opinión y que
puedo mostrar indiferencia…¡ZAS! Hachazo al canto. Arrojo todo aquello que mi
cerebro y mi corazón intentaban retener y todos mis buenos propósitos se van al
carajo. Incluso llego a mezclar, hábilmente, brusquedad con elocuencia, pero,
ni siquiera eso, me hace quedar mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario