_Me suenan las tripas,
abuela. Hacen un ruido extraño y lo hacen sin que yo quiera.
_Será hambre. Te
preparo algo y enseguida se te pasa.
_Pero si he merendado
hace poco y no tengo ganas de comer. Este ruido me está poniendo nerviosa.
_Y no será que son tus
nervios los que hacen que las tripas ronroneen. Tú no estarás tramando algo
¿verdad?
_¿Crees que será por
eso? Es que… verás abuela, ha sido sin querer, casi sin tocarlo, pero… al pasar
cerca del leñero, un tronco se ha caído, pero ha sido él solo, yo casi ni lo he
rozado y ha tapado la salida de la madriguera de los gatos, y ahora los gatitos
no pueden salir y la madre no puede entrar a darles de comer.
Eso, era inocencia.
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