jueves, 15 de noviembre de 2012

LA VECINITA DE AL LADO


Justo ahora la estaba escuchando gritar. Pero no hay que asustarse, tiene cuatro años y es su juego favorito, gritar cuando le apetece y lo más alto posible.
Es rubita y con unos expresivos ojos azules, y aunque por la descripción pueda parecer una criatura angelical, ella es más del estilo “el diablo viste de Prada”.
Paso poco tiempo en casa, pero no termina un día en que no la oiga realizando alguna de sus trastadas, aunque a veces sólo me llegan las voces de su madre recriminándole las hazañas o diciéndole que me va a molestar.
Las temporadas que pasan fuera, la echo en falta. Me recuerda a una de mis sobrinas y me resulta agradable notar su presencia a través del tabique.
Las pocas veces que nos cruzamos en la puerta de casa o en el ascensor, no puedo evitar dedicarle mi mejor sonrisa, aunque ella sigue escondiéndose entre las piernas de su madre, supongo que pensando que yo debo ser el ogro al que su madre le dice que molesta.
Es una bichilla de mucho cuidado, sin embargo a mí me parece encantadora; imagino que porque no la tengo que tratar todo el día.
Pobrecito del que entalle en la época adolescente.

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