Tomar una decisión no siempre es fácil, pero para
ello podemos contar con el sistema de la balanza. Elaborar una lista de
ventajas y otra de inconvenientes, y comprobar, como si en una balanza se
colocara, cuál de las listas tiene más peso, facilita bastante la cuestión.
El problema viene, cuando a ambas listas, que son
bastante objetivas, añadimos elementos subjetivos como el compromiso, los
sentimientos, la lógica o cualquier otro de esta índole.
Vamos, con esto vengo a decir que me está costando
la propia vida tomar una decisión sobre una cuestión que, aunque es importante,
no alterará en absoluto mi estilo de vida, mi economía, ni mi situación laboral.
No quiero ni pensar si ahora mismo tuviera que tomar
decisiones trascendentales, aunque por si se me diera el caso debería ir
buscando balanzas capaces de pesar cosas como el cariño y la empatía a la vez
de una completa lista de pros y contras.
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