miércoles, 14 de noviembre de 2012

INFIDELIDAD


Por fin me siento liberada. Hoy y tras quince años y medio, he cambiado de compañía de teléfono móvil.
Yo, que estudié empresariales, fui una más de aquellas a las que le inculcaron lo de la fidelización del cliente. Compro siempre en las mismas tiendas, voy a la misma peluquería, a la misma farmacia, tengo mis seguros con la misma correduría (a pesar de que ellos hacen los cambios que les parecen oportunos, pero ese es otro tema), tengo mi librería de confianza y cómo no, mi compañía de telefóno.
A pesar de que ha sido “mi” compañía de teléfono móvil durante toda mi “movilizada vida”, hace mucho tiempo que deje de sentirme “su cliente” de toda la vida. Aún así, había algo, difícil de definir, que me impedía cambiar de compañía. Era como un hormigueo en el estómago al escuchar las ofertas que otros operadores me ofrecían. Pero no, yo era fiel a “mi” compañía, no los podía abandonar después de tantos años, por el primero que se cruzara en mi camino. Esto en psicología tiene un nombre, pero es bastante largo de explicar.
Pues no ha sido tan difícil. Me he sentado delante del ordenador, he entrado en la página de contratación de otra compañía, he visto que lo que me ofrecían superaba con creces los servicios por los que estoy pagando el doble, he rellenado mis datos y tan sólo en el último instante, cuando hay que darle al OK final, mis dedos han dudado, pero no ha sido nada, dos segundos después he pulsado el enlace y ha salido en la pantalla un mensaje comunicándome que la gestión se había realizado con éxito.
A partir de ahora, hablaré por teléfono sin límites de horarios, sin límite de tiempo (bueno, sí que hay límites, pero son tan altos que ni a propósito conseguiría superarlos), sin compromisos de permanencia y encima me permitirá navegar por la red desde mi terminal.
No sé porqué he tardado tanto, si en el fondo no soy mujer de compromisos.

Rectificación del penúltimo párrafo, publicada el día 15 de noviembre de 2012 

En realidad sí que ha sido difícil. Desde el momento en que les llegó la notificación de que pedía la portabilidad, me han bombardeado con más de 12 llamadas telefónicas de 12 comerciales distintos. He pasado a ser la mejor clienta del mundo y me han hecho otras tantas contraofertas prometiéndome el oro y el moro. Ha sido toda una odisea decir 12 veces que no, que yo no regateo y que la decisión estaba tomada. 
Eso sí, todos me informaban que a partir de las 8 de mañana de mañana, ya no pertenecería a esa compañía. ¡A ver si es verdad!

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