Hoy se ha vuelto a poner en marcha el engranaje de
mi particular red de contactos. El motor principal, esta vez, no ha sido
facebook, ni el WhtasApp, ni el e-mail, sino la más antigua de estas
herramientas y la más rápida, mi teléfono.
Con algunos hacía tres años que no hablaba y no
sabía lo que me podían contestar al escuchar mi nombre. El tiempo suele hacer
estragos en estos asuntos. Sin embargo, me ha resultado muy agradable la
velocidad a la que hemos contactado unos y otros para la búsqueda de un
objetivo común, conseguir un documento que necesita el Ayuntamiento, el que fue
nuestro punto común de trabajo. El motivo ha sido la excusa perfecta para un
nuevo reencuentro, y aunque de momento sólo ha sido telefónico, en breve lo
será en persona.
El mecanismo, como recién engrasado, ha funcionado
como una máquina de precisión.
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