Esta semana los músicos andan revueltos. El día 22
de noviembre es Santa Cecilia, patrona de la música, y de concierto a concierto,
hoy a tocado el de los alumnos del Conservatorio “Esteban Sánchez” de Mérida,
en el Centro Cultural “Alcazaba”.
Dicen que la música amansa a las fieras, y a mí, que
lo soy y mucho, más, doy fe. Ha durado algo más de una hora y he salido
totalmente relajada, con una sonrisa de oreja a oreja y encantada de la vida.
El efecto, al igual que el concierto dura poco, pero lo disfruto intensamente.
De las piezas y los instrumentos que han sonado, me
costaría decidir cuál me ha gustado más. Han hecho aparición en escena
compositores como A.Piazzolla, F.Poulenc, Chopin, Beethoven, Taffanel y Ryo
Noda y los instrumentos han variado desde flauta, a saxofón pasando por violín,
guitarra, acordeones, clarinete y piano.
Puesta a decantarme, y guiada por mi gusto personal,
el piano me ha conquistado, sobre todo con la Balada Op. 23 nº 1, de Chopin,
interpretada por Pablo A. Casacallana, que ha estado espectacular.
Yendo de un extremo al otro, y por supuesto hablando
desde la ignorancia, sigo sin conectar con la música de Ryo Noda. Es un
compositor de talento indiscutible, no lo voy a poner en duda, pero salvo
ponerme nerviosa, que no es poco, sus melodías no producen ningún otro efecto
en mí. Quizá, si lo escuchase con más frecuencia, conseguiría esa conexión,
pero creo que de momento, ni mis oídos, ni mi cerebro están preparados para eso.
Y lo de la meditación, principal fuente de inspiración de estas piezas
musicales, tampoco es mi fuerte.
Eso sí, como es tradición en mí, los caldeos, los
problemas y las tareas pendientes de toda índole, tienen prohibido acompañarme
a aquellos espectáculos y eventos a los que asisto. Y hoy se han quedado fuera un buen puñado. Una de las mejores
decisiones de mi vida.
Enhorabuena a los alumnos, a todo el cuerpo docente de este Conservatorio y con especial cariño a mi amigo Vicente Antúnez.
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