En el silencio que provoca el barullo, una idea ronda
y ronda hasta que encuentra donde aterrizar. Cuando le gusta el nuevo hogar, se
instala cómodamente y no hay orden de desahucio que la mueva.
Habrá que esperar a que lleguen otras, que con más
fuerza y aplomo la vayan desplazando hasta que, sin quedarle más opciones a la
primera, ésta, busque otra cabeza loca que la acoja.
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