Cuando una persona me animó a que hiciera un blog y
escribiera en él, cosa que le agradezco enormemente, nunca pensé que estas ideas que pasan por mi cabeza o los
hechos que a diario me acontecen, y que plasmo por escrito, pudieran interesar
a nadie, aunque en realidad, esto es lo que me ayudó a decidirme, pues siempre
me ha dado mucho miedo el hecho de que lo escrito, escrito está y además lo que
sube a la red, en la red se queda, aunque de esto último he sido más consciente
este último año.
Sin embargo, conforme ha aumentado el número de
entradas, el blog ha ido adquiriendo algunos lectores habituales. Algunos son
amigos y familiares, evidentemente, y a ellos, porque me siguen animando a que
realice mis publicaciones casi a diario, y al resto de personas que de una u
otra forma pasan por aquí les doy mil gracias.
Pero hay un visitante, uno en concreto, que me llama especialmente la
atención. Cada vez que publico una nueva entrada, justo en el momento en que la
voy a revisar ya publicada, aparece un número más en el contador de visitas. Es
casi instantáneo, por lo que supongo que debe estar suscrito o suscrita. Por
curiosidad miré la procedencia de la visita y resulta que es de Estados Unidos.
Asegurándome primero que el lector no era el mayor de mis sobrinos, residente
en Washington, envío hasta allí mi más sincero agradecimiento a este fiel
seguidor o seguidora.
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