Esa ha sido siempre y sigue siendo mi asignatura
pendiente.
Yo nunca me entero de nada, y mi madre y sobre todo
mi tía, siempre me dicen que estoy en este mundo porque tiene que haber de
todo. Tienen toda la razón del mundo.
En mi primera experiencia laboral, me trasladé a
vivir, durante dos años, a una localidad con unos 2500 habitantes. Cuando
llegué allí, pensé: Esta es mi oportunidad, aquí seguro que apruebo el
cotilleo.
Después de difundir el fallecimiento de un vecino
que a las 12 y media de la mañana seguía tomándose su vinito en el bar de la
plaza y haber dejado viuda a la señora que no era, decidí que no volvería a dar
una exclusiva relativa a los vecinos del pueblo.
Tiempo después de aquello, sigo en mi línea, como
dice mi tía.
Hace unos cuatro años llegaron a mi bloque unos
vecinos nuevos. Yo tardé un par de meses en enterarme de esa mudanza a pesar de
que eran los vecinos de la puerta de al lado. Aunque, eso sí, inmediatamente me
percaté de que la mujer era extranjera.
Al coincidir con otra vecina en el ascensor, salió
el tema de los nuevos vecinos, y yo toda emocionada e impulsada por algún
comentario que debí oír, pero que evidentemente no estaba relacionado con
ellos, aseguré que la chica era rusa. Resultó ser yugoeslava y yo seguía estando
en la inopia. ¿Quién me mandaría hablar a mí?
Dos años después de compartir rellano, mis vecinos
se trasladan a Madrid y por supuesto, me entero tres meses después de su
partida, cuando un amigo que casualmente vive en el bloque de al lado me
informa que tengo una familia china viviendo puerta con puerta conmigo.
Hace un mes, en la misma calle donde resido, pero en
la otra punta, se produjo un altercado del que todo el mundo tiene muchísima
información a pesar de que no salió ni en los periódicos ni nada porque estaba
bajo investigación. Yo sólo conseguí enterarme de que habían asesinado a un
chino y que posiblemente fuera por temas de mafias.
Tres días atrás comento con una compañera de trabajo
mi preocupación respecto a las mafias chinas pues en el piso de al lado del mío
reside una completísima familia china.
Hoy, en la puerta de mi casa, me vuelvo a encontrar
con la chica yugoeslava que me informa de que están arreglando el piso para
volver a alquilarlo porque los chinos se fueron hace poco menos de un mes y lo
dejaron hecho una porquería, aunque no sé si se fueron por temas de mafia o no.
Y aunque siempre he sabido que los chinos son discretos, silenciosos y pasan
desapercibidos, ¡una mudanza es una mudanza! Pues yo nada de nada. Ni los oí
llegar ni los oí marcharse, como a los anteriores y como a los que, supongo,
vendrán.
Y es que una cosa es meterse en la vida de todo el
mundo y otra cosa es lo mío.
Desde luego tendré que replantearme el tema, porque
así no aprobaré en la vida.
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