Por Dios, ni una boda más.
A aquellos que me conocéis, y de sobra lo sabéis, y
a aquellos con los que me une un importante grado de compromiso, hago mi
llamamiento: ¡No me gustan las bodas!
Nada más lejos de mi intención que ofender a nadie.
No equivoquemos los términos. Me llena enormemente la felicidad de otros y por
supuesto, disfruto mucho de la compañía, pero no en una boda, por favor. Yo
particularmente, lo disfruto mucho más, desde el sofá de mi casa, o desde la
terraza de un bar tomando un café.
No me importa en absoluto todos los preparativos
previos: depilación, peluquería, manicura, incluso hasta me dejo dar un masaje
relajante, pero después dejad que me quede en mi casa y disfrutaré de vuestra
felicidad mucho más.
Creo que se debería inventar ya, la comunicación de
boda con prohibición de asistencia. Lo sé, resulta un poco cafre, pero de verdad,
aunque lo pueda parecer, más de uno y una, estoy segura de que lo agradecerían.
Invito al primero que se lo curre a que me envíe una
de esas comunicaciones. Es más, al primero de mis conocidos/amigos, que lo haga, le mando regalo, lo
prometo.
Cuando estéis preparando vuestra lista de boda, por
favor, pensad en mí. Y cuando se os venga a la cabeza la idea: “A la boda de
fulanito/a, seguro que no le apetecía, pero a la mía, ¿cómo no la voy a
invitar? Le va a hacer ilusión”. Tampoooooco, porque la realidad es que NO ME GUSTAN
LAS BODAS.
Seguiré siendo vuestra amiga, e iré a vuestra casa
cuando sea invitada. Estoy dispuesta además a tragarme a visualizar
vuestro video de la boda y todas las fotos del viaje de novios. Juro no
quejarme y reírme sólo cuando proceda.
A los de los compromisos, aclaro que no sólo no me
enfado con estas cosas, sino que suelo agradecerlo y en ocasiones puede ser un
ascenso hacia una posible amistad. No me importa, en absoluto, que invitéis a
todos aquellos con los que os une un grado de compromiso, similar, superior o
inferior al mío. No hay problema. Jamás me voy a plantear el grado de una
amistad o de un compromiso por el hecho de ser invitada o no a una boda con
independencia del resto de los asistentes.
Insisto, que nadie se lo tome a mal, no es una
cuestión personal contra nadie, sino un gusto, especialmente particular, pero
que no me importaría que los demás apreciaran y respetasen. ¡No me gustan las
bodas!
Por cierto, sí, este conjunto de reflexiones son debidas
a que me estoy preparando para una. ¿Se me ha notado mucho? Y no, no estoy
casada.
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