Me convierto en cajera cuando compro en una gran
superficie, en chica de la gasolinera cuando tengo que repostar combustible, en
banquera cuando gestiono mis cuentas (que no mi dinero) desde un cajero
automático o desde internet, en peluquera cuando cambio la tonalidad de mi pelo
en casa, y después de cursar, en un centro de formación, más de 400 horas para
obtener el certificado de profesionalidad en diseño gráfico, descubro que hay
varios programas, que además son gratuitos, que te permiten hacer unas
fotocomposiciones monísimas y que te las imprimen directamente en un álbum de
fotos.
Soy de la generación de “hágalo usted mismo”, pero
por mucho que se empeñen, hay cosas en las que no es lo mismo, ¿para qué nos
vamos a engañar?
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