Hace unos días, leía un
artículo en el blog “el ventano” que me resultó curioso y del que dejo el
enlace por si alguien lo quiere leer completo:
“Hay que tener un
amante, búscalo”
En él, un profesional,
que entiendo debe ser un psiquiatra, en vez de recetar antidepresivos a sus
pacientes, les hacer ver la necesidad de buscarse un amante.
A aquellos que no salen
despavoridos de la consulta les explica que un Amante es lo que nos apasiona. Lo que ocupa nuestro pensamiento antes de
quedarnos dormidos, y es también quien a veces, no nos deja dormir. Nuestro
amante es lo que nos vuelve distraídos frente al entorno. Lo que nos deja saber
que la vida tiene motivación y sentido.
A veces a nuestro amante lo encontramos en nuestra pareja,
en otros casos en alguien que no es nuestra pareja. También solemos hallarlo en
la investigación científica, en la literatura, en la música, en la política, en
el deporte, en el trabajo cuando es vocacional, en la necesidad de trascender
espiritualmente, en la amistad, en la buena mesa, en el estudio, o en el
obsesivo placer de un hobby…En fin, es 'alguien' o 'algo' que nos pone de
'novio con la vida' y nos aparta del triste destino de durar.
Hoy, llegado al punto y
final de un fantástico fin de semana, y sin poder haber hecho muchas de las
cosas que también me apetecían, como terminarme un libro que me tiene
enganchada, dar algunas pinceladas a una acuarela que no acabo de cuadrar en mi
cabeza, preparar un álbum de fotos que se me está demorando demasiado y mil
cosas más que no podría enumerar aquí, me he dado cuenta de que tengo
demasiados amantes y de que no todos cabemos en la cama al finalizar la jornada.
Pero ahora mismo sería
incapaz de ir seleccionando, porque todos me parecen perfectísimos amantes.
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