El otro día, un amigo, en un correo, matizaba que en
algunos asuntos, uno vale más por lo que
calla que por lo que dice. Por una vez y sin que sirva de precedente, estamos
de acuerdo en algo. Y por lo de no callar es por lo que yo, cada vez valgo menos, aunque todavía me salvo,
porque en “lo escrito” me domina la prudencia.
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